«HEMOS SIDO SALVADOS EN LA ESPERANZA» mensaje de Semana Santa de Mons. Saul Figueroa, Obispo de Puerto Cabello

A los sacerdotes, religiosas, religiosas y fieles laicos:
La situación actual de nuestro país es realmente deprimente. Nos impide ver el lado positivo de las cosas, por el contrario nos impulsa a la pasividad y sobre todo a la desesperación, la falta de  esperanza. Y esto es  lo peor que puede sucederle a una persona y, sobre todo a un cristiano. No tener esperanza, es  andar a merced de los que va ocurriendo o  estar a la expectativa de  un cambio de la situación que nunca viene o no se sabe cuando puede ocurrir. Desesperados, vivir sin esperanza es lo peor que nos puede ocurrir. Pero, precisamente la luz pascual de la Resurrección nos trae la realización de la esperanza cristiana. Es el paso de le muerte a la vida, de la  oscuridad a la claridad. Se acabó la muerte. La muerte ha sido vencida para siempre y solo queda ahora  el reino de la vida, el reino de la luz. La resurrección es la implantación en nuestra vida actual, no en  la futura o  la del mañana,  de la esperanza sobre la desesperación.
El Papa Benedicto XVI  dejó una hermosísima encíclica sobre el tema de la esperanza, fue su segunda encíclica. Spe Salvi. Salvados en la esperanza. La encíclica toma su titulo de la frase de San Pablo de Rm 8,24.  El Papa nos explica que hemos sido creados con una necesidad de lo infinito, que es Dios mismo, y que por muchas esperanzas que el hombre ponga en la Tierra, al final ninguna otra le satisface.
A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A veces puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente y que no necesita de ninguna otra. Puede ser la esperanza del amor a una persona; la esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u otro éxito determinante para el resto de su vida. Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, aunque sea bueno, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar   (Cfr. Spe Salvi) 13).
LA CARTA A LOS HEBREOS
“La fe es garantía de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”. (He 11,1).   En  nuestra  opinión es el texto más contundente del nuevo testamento sobre la esperanza cristiana. Aquí el autor llega a identificar la fe con la esperanza. Y no solo esto, sino que  la esperanza se convierte en seguridad de que ya en el presente en virtud de la resurrección de Cristo está sucediendo lo que el Señor ha prometido. Ya  gozamos de los bienes del futuro y por eso con razón san Pablo dice muy bien que hemos sido salvados en la esperanza. Entonces  hermanos porque el pesimismo, porque la desesperación, porque la angustia, porque la ansiedad. Es normal que sintamos desazón ante lo que está pasando en  el presente, pero sabemos que eso ya fue superado aunque actualmente lo experimentemos.  Pero en el fondo esos malos actuales son un espejismo superados ya por la certeza  y el  gozo actual de la salvación
¿QUÉ DISTINGUE A LA ESPERANZA CRISTIANA?
La esperanza cristiana es distinta a todas las otras porque ofrece la unión con Dios a través de Jesucristo.  Nosotros necesitamos tener esperanzas que día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran esperanza, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar. Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo. Su reino no es  imaginario, situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde. Sólo su amor nos da la posibilidad de perseverar día a día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo que por su naturaleza es imperfecto. Y, al mismo tiempo, su amor es para nosotros la garantía de que existe aquello que sólo llegamos a intuir vagamente y que, sin embargo, esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida (Spe Salvi 31)
¿ES INDIVIDUALISTA LA ESPERANZA CRISTIANA?
En nuestra época se ha desencadenado una crítica cada vez más dura contra la esperanza cristiana, caracterizándola como una forma de “abandonar el mundo a su miseria y ampararse en una salvación eterna exclusivamente privada”.  Pero la realidad es totalmente al contrario, todos los aspectos de la fe cristiana, incluida la esperanza, son compartidos con los demás creyentes mediante nuestra comunión con Cristo Jesús.
Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa”.
Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza? Entonces habré hecho el máximo también por mi salvación personal”.
¿QUÉ CLASES DE FALSAS ESPERANZAS EXISTEN EN EL MUNDO ACTUAL?
Mucha gente ha abandonado la esperanza, porque creen que sus vidas están sujetas a fuerzas incontrolables del universo. Sin embargo, como explica el Papa en Spe Salvi:
No son los elementos del cosmos, las leyes de la materia, lo que en definitiva gobierna el mundo y el hombre, sino que es un Dios personal quien gobierna las estrellas, es decir, el universo; la última instancia no son las leyes de la materia y de la evolución, sino la razón, la voluntad, el amor: una Persona. Y si conocemos a esta Persona, y ella a nosotros, entonces el inexorable poder de los elementos materiales ya no es la última instancia; ya no somos esclavos del universo y de sus leyes, ahora somos libres”.
Hay personas que ponen su esperanza en los bienes materiales, pero nuestra fe, la sustancia de la esperanza, es superior a cualquier sustancia material, “provee nuevos cimientos que relativizan los cimientos habituales, la fiabilidad de los bienes materiales”.
Otras personas ponen su esperanza en el progreso. Buscan su salvación a través del activismo político y de la tecnología. Sin embargo la ambigüedad del progreso se ha puesto de manifiesto en  los horrores perpetrados en nombre del progreso.
Indudablemente, ofrece nuevas posibilidades para el bien, pero también abre posibilidades abismales para el mal, posibilidades que antes no existían. Todos nosotros hemos sido testigos de cómo el progreso, en manos equivocadas, puede convertirse, y se ha convertido de hecho, en un progreso terrible en el mal. Si el progreso técnico no se corresponde con un progreso en la formación ética del hombre, con el crecimiento del hombre interior (cf. Ef  3,16; 2 Co 4,16), no es un progreso sino una amenaza para el hombre y para el mundo.
¿CÓMO PODEMOS CULTIVAR LA ESPERANZA?
El Papa indica cuatro lugares para aprender y cultivar la esperanza.
El primero es la ORACIÓN: “Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. (…) Si ya no hay nadie que pueda ayudarme (…) Él puede ayudarme». (…) Si me veo relegado a la extrema soledad… el que reza nunca está totalmente solo”. (Spe Salvi 32)
Después de la oración esta el ACTUAR. “Toda actuación seria y recta del hombre es esperanza en acción. (…)   Sólo la gran esperanza-certeza de que, a pesar de todas las frustraciones, mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiadas por el poder indestructible del Amor y que, gracias al cual, tienen para él sentido e importancia, sólo una esperanza así puede en ese caso dar todavía ánimo para actuar y continuar. (…)  La esperanza en sentido cristiano es siempre esperanza para los demás. Y es esperanza activa, con la cual luchamos (…) para que el mundo llegue a ser un poco más luminoso y humano. Y solamente si sé que mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiados por el poder indestructible del amor, puedo esperar”. (Spe Salvi 35)
En tercer lugar el Papa indica el SUFRIMIENTO como lugar de aprendizaje de la esperanza. «Conviene ciertamente hacer todo lo posible para disminuir el sufrimiento», sin embargo «lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento (…) sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito. (…) Es también fundamental, saber sufrir con los demás y por los demás. «Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren (…) es una sociedad cruel e inhumana». (Salvi 37)
Finalmente, otro lugar para aprender la esperanza es el JUICIO DE DIOS. (…) Existe la resurrección de la carne. Existe una justicia. Existe la «revocación» del sufrimiento pasado, la reparación que restablece el derecho». El Papa se muestra «convencido de que la cuestión de la justicia es el argumento esencial, o en todo caso, el argumento más fuerte en favor de la fe en la vida eterna». Es imposible que «la injusticia de la historia sea la última palabra. (…) Pero en su justicia está también la gracia». «La gracia no excluye la justicia… Al final, los malvados, en el banquete eterno, no se sentarán indistintamente a la mesa junto a las víctimas, como si no hubiera pasado nada». (Spe salvi 44)
SIGNOS DE QUE HEMOS SIDO SALVADOS EN LA ESPERANZA  EN ESTA SEMANA SANTA
El pasado 19 de marzo, día de San José, la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana, emitió un extraordinario mensaje, donde, aparte de indicar el diagnostico conocido de nuestra realidad,   alienta a los católicos y comunidades  a salir del estado de desesperación y vivir la esperanza y la caridad que nos proporciona la Resurrección de Jesús.   “Con la Resurrección del Señor reafirmamos nuestra esperanza y nuestro compromiso caritativo”. (Presidencia de la conferencia episcopal venezolana mensaje al pueblo de Dios, 10)
 El mensaje nos da unas pautas  motivadoras para vivir  esta semana santa lo que hemos venido sosteniendo en las líneas anteriores sobre cómo vivir con la conciencia de que hemos sido salvados en la esperanza. Quien tiene esta conciencia irrevocablemente, se ve  impulsado a compartir y tener  caridad, particularmente con los que más sufren. En otras palabras  la caridad una expresión de la esperanza. Al fin y al cabo cuando se en esperanza todo desemboca en la caridad. Por ello, ahora simplemente señalo las iniciativas y actividades que propone la presidencia del Episcopado venezolano
• Qué hermoso sería que el Domingo de Resurrección, como expresión de nuestra fe en el Resucitado que nos ha hecho hijos de Dios Padre y, por tanto hermanos, en cada una de nuestras comunidades parroquiales se pueda tener una “olla comunitaria” o una “comida fraterna”, en la que todos participemos, invitando a los más pobres, a los indigentes, a los necesitados.
• Que a lo largo de los últimos días de Cuaresma, de la Semana Santa y de Pascua intensifiquemos las visitas a los enfermos, a los ancianos, a los privados de libertad, a los barrios pobres y a las comunidades necesitadas, para llevar de lo que tenemos; para acompañar a tantas personas que sienten la tristeza de la partida de sus seres queridos hacia otras naciones; para que tomemos conciencia de la labor que se va realizando en la frontera con Colombia y Brasil donde se acogen y acompañan a tantos migrantes venezolanos, así como en otros países hermanos que los han recibido con solidaridad: Gracias a las Iglesias hermanas y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
• Sugerimos que en toda Venezuela, del 19 al 22 de abril, además de organizar una jornada nacional de oración, al estilo de las “Cuarenta Horas”, en todas las comunidades parroquiales y eclesiales, se hagan gestos significativos de misericordia y caridad para con quienes de verdad sienten necesidad de una expresión de ternura, solidaridad y caridad.
• Mención particular deben tener en nuestras oraciones todas las personas, la mayoría jóvenes, que a partir del 19 de abril del año pasado fueron asesinadas por reclamar los valores de la democracia en el país. Su memoria y entrega no deben ser olvidadas. La justicia prevalecerác c en algún momento de nuestra historia Patria. Igualmente el día de Pentecostés a celebrarse el próximo 20 de mayo, pidamos que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes para discernir el camino a seguir para la recuperación del país.  (Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana mensaje al pueblo de Dios, 10)
Con la certeza que hemos sido salvados en la esperanza y bajo la protección de nuestra señora del Valle les imparto mi bendición y les deseo una felices Pascua de Resurrección.
Mons. Saúl Figueroa Albornoz
Obispo de Puerto Cabello
En Puerto Cabello, Viernes de Concilio 23 de marzo de 2018

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